Terminar una relación no solo implica sentir la ausencia de esa persona en la vida de alguien, sino también darse cuenta del significado que tenía su compañía. Es normal no saber qué hacer con la emoción, el tiempo y la energía que se dedicaron a esa persona durante un tiempo.
Al principio, todo resulta confuso, frustrante e incierto. Aunque parezca extraño, aceptar lo que se perdió es un paso importante en la recuperación de la propia vida. No solo se pierde a la pareja, a menudo se pierde a un mejor amigo o amiga, a la familia que se deseaba, o al futuro padre o madre de los hijos. Es fundamental comprender que no se trata solo de perder algo tangible.
En este artículo hablamos de:
Conciencia de una ruptura
Cuando se toma conciencia de ese vacío, puede surgir el miedo a no llenarlo de nuevo. Es común pensar que nunca se encontrará a alguien igual a esa persona, que no se volverá a sentir lo mismo, etc. En parte, es cierto. En ninguna relación se siente exactamente lo mismo, no porque sea mejor o peor, sino porque es diferente.
Ni siquiera la persona es la misma, ya que ha pasado un día, un mes o un año. Sin embargo, esto no significa que se pierda la capacidad de amar o ser amado. Tampoco se encontrará a alguien igual a esa persona, ya que en la pareja se pueden encontrar cosas diferentes. Dependiendo de las prioridades y necesidades personales, se buscará la relación que encaje con el presente.
No llenar vacíos
Afrontar una pérdida no implica “llenar ese vacío”, sino aprender a vivir con lo que ya no está, pero que sigue siendo parte de uno.Estar en una relación no solo significa compartir momentos agradables o difíciles; también es un constante ejercicio de autoconocimiento.
Todo lo vivido con esa persona lleva a descubrir lo que se aprecia o no, tanto de uno mismo como de las relaciones deseadas. Esas experiencias se convierten en parte de uno mismo, y se puede compartir con otros, amigos, familiares y seres queridos. La interacción con otras personas nos conforma, y lo que antes no gustaba, como las películas de terror, ahora se disfruta. Al final, se conserva algo de esa persona que ya no está.
Vivir tu proceso
Todos los procesos tienen su grado de dificultad. Por ejemplo, una ruptura se verá influenciada por múltiples factores, como el tiempo, las experiencias, los desafíos, las situaciones personales, la intimidad, la socialización de la pareja, el consumo de sustancias, etc. Al terminar una relación, se requiere reorganizar la propia vida. No se trata solo de “dejar ir”, sino de darle tiempo y espacio al duelo, reconocerse a uno mismo, asimilar lo vivido y aprendido. Con el tiempo, la ausencia dejará de doler.
Vive tu duelo
¿Por qué se considera una ruptura un duelo si nadie ha fallecido? Aunque es cierto que no ha habido una muerte, un duelo se relaciona con la pérdida, no necesariamente con la muerte. Puede experimentarse un duelo por cambios en el trabajo, por dejar la escuela, por mudarse de residencia o por perder la salud debido a una enfermedad. Por lo tanto, resulta relevante preguntarse qué se puede hacer mientras se atraviesa este duelo y se reajusta la vida. Aquí hay algunos puntos a considerar:
- Evitar comparaciones, ya que cada persona elabora sus pérdidas de manera única debido a que cada relación es diferente.
- Permitirse llorar lo que sea necesario. En una ruptura, pueden surgir diversas emociones, como el asco, el enojo y el miedo. Cada una de ellas tiene su razón de ser y debe escucharse.
- Reanudar amistades, salir y compartir tiempo con personas que brinden apoyo y comprensión.
- Buscar actividades nuevas e interesantes o continuar proyectos pendientes.
- Cuidar de la salud física y emocional. Si se siente que algo personal o relacionado con la relación dificulta la superación y el avance, es recomendable buscar ayuda de un profesional para entender el proceso.
Es importante recordar que cada persona vive y supera una ruptura de manera única. Estos consejos son sugerencias generales para afrontar el proceso de duelo y adaptación tras una separación.