Causas del síndrome del impostor: perseguir estándares sociales

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La demanda social contemporánea parece llevar a los individuos a perseguir estándares que a menudo están desconectados de la realidad, generando notables frustraciones e insatisfacción en aquellos que se dejan influenciar por las expectativas normativas.

En recientes interacciones con consultantes pertenecientes a la generación Z, se ha observado la presencia del “síndrome del impostor”. Estos jóvenes, al conseguir su primer empleo, experimentan la sensación de no ser tan capaces ni exitosos como lo esperan sus familias o la sociedad. Este fenómeno, afectando a 7 de cada 10 personas según algunos especialistas, impide que disfruten plenamente de sus logros al atribuirlos más a la suerte que a su propia capacidad, talento o creatividad.

Roland Gori explica cómo la sociedad forma individuos que, al tratar de ajustarse a la norma, terminan viviendo más allá de sus posibilidades. El “impostor” se adapta a las expectativas del otro, satisfaciendo deseos ajenos y perdiendo de vista sus propias posibilidades (2014).

El deseo del otro puede ser la sociedad, imponiendo estándares de éxito inalcanzables, o las expectativas parentales, buscando que los hijos alcancen lo que ellos no lograron. Los impostores reflejan la sociedad y sienten que sus logros no se deben a sus habilidades, sino a engañar a quienes los eligieron.

Cuando la sociedad valora aspectos cuantificables como la belleza, la productividad y los bienes materiales, las personas quedan atrapadas en la evaluación externa: likes, seguidores, opiniones de consumidores o empleadores. Esto puede dar lugar a personalidades “como sí”, personas que establecen relaciones “normales” imitando las expectativas externas pero carecen de sintonía con sus sentimientos íntimos y desconocen su verdadera identidad.

Estas personalidades reflejan experiencias de comparación constante, fomento de la omnipotencia por parte de los padres, baja tolerancia a la frustración, perfeccionismo e individualismo. Adaptándose a la norma, terminan sintiéndose insatisfechos y estresados, manifestando ansiedad abrumadora y crónica.

En conclusión, es crucial replantear la valoración de aspectos económicos y productivos en la sociedad actual. Las sociedades capitalistas priorizan los negocios sobre la ética y la moral, tratando al individuo como un mero negocio y llevándolo a renunciar a su subjetividad.

Cuando las instituciones sociales imponen la norma como guía, se fomenta la impostura, generando insatisfacción y malestar, especialmente en la juventud inmersa en la cultura de la opinión, los números y la técnica. Cuestionar estas exigencias a través de un proceso terapéutico puede ofrecer una valiosa oportunidad para escuchar los propios deseos y trazar el rumbo hacia una vida más plena.